El olor del verano ha cambiado. Ya no huele a mar, ni a cervecita fría, tampoco a cloro de piscina. Este año huele más a mascarilla y a café en la terraza del barrio. Otros años, ya estarías rumbo a ese país por descubrir o haciendo las maletas para desplazarte a tu lugar habitual de veraneo, dispuesto a vivir nuevas experiencias y reencontrarte con viejos amigos.
Las vacaciones son ese pequeño espacio que esperamos con ansia para dar rienda suelta a nuestra libertad. Donde desplegamos toda la artillería al servicio de la diversión y el descanso. Sin embargo, este año vivimos una sensación diferente. No podemos ir a donde nos gustaría ni ver a quiénes echamos de menos. Los colores del verano han cambiado y los han decidido por nosotros.
Vivimos pensando que la libertad consiste en realizar grandes viajes, en celebrar pomposos eventos, en poder cambiar nuestra vida como nos dé la gana y en el momento que nos apetezca. Pero, y ¿si no es así? Y, ¿si estábamos equivocados y la libertad consiste en permitirnos sentir, expresar sin tapujos, pensar diferente al margen de los dictados de la sociedad?
Hemos convertido la libertad en un concepto dependiente de los límites que nos marcan los demás, pero, en realidad, empieza y termina en nuestro interior. Libertad es pedir un abrazo cuando lo necesitamos, reírnos de lo que nos venga en gana, permitirnos saborear cada alimento, compartir ideas y sueños con los que más queremos… Libertad es expresar lo que nos nace de dentro y no temer a las consecuencias.
Quizá este verano no te dejen decidir dónde pasar tus vacaciones, pero sí puedes decidir cómo hacerlo. Elige experimentar la libertad original, la genuina. Vivirás momentos íntimos con tus seres queridos; compartirás experiencias sencillas con las que descubriréis cosas nuevas los unos de los otros; juntos, veréis películas y leeréis libros que os permitirán compartir universos lejanos. Los atardeceres no serán en exóticos paisajes, pero serán igualmente porque los veréis con vuestros propios ojos.
Atrévete a vivir un verano diferente: lánzate a proponerle estar juntos para siempre, coge el coche y sube con tu madre al monte más cercano a disfrutar del atardecer, tómate ese café con tu amiga que llevas tantos meses aplazando…
Sella cada momento para que nunca olvidéis el verano que, a pesar de las mascarillas, fue el más sincero, íntimo y personal de vuestras vidas. Atrápalo para siempre en ese anillo de compromiso, en el collar que le regalaste a tu abuela después de ese paseo juntos, en el reloj para tu amiga tras tantos meses sin verla. En los pendientes que tu madre se pondrá todos los domingos a partir de ahora, porque le recordarán el atardecer de aquel verano de 2020, a tu lado.